Fernando Marquínez (51) es un distinguido artista de Rosario. De sangre vanguardista y vida intensa, optó por el vegetarianismo hace casi dos décadas.
Por Caru Pizetta (caSSanDDra)
Fue gestor y motivador de varios proyectos literarios como El aro en la lengua, La ira de Aguirre, ganador de un premio municipal de poesía en su ciudad, autor del libro El resto no presenta alteraciones. Junto a otros escritores produjo Ese agua cruda, Herética desmesura, Cavidades del recreo y Sanguíneo. Participó de numerosas antologías como 19 de fondo, Pulpa, Dodecaedro, Cuentos cortos sobre la represión, Cuentistas rosarinos. Condujo el programa radial El barco ebrio por FM TL. Amante de la fotografía psicodélica, tiene varios blogs (cabe mencionar Traigan a Lucy y El equilibrio del disparate). Es guitarrista, voz y padre de las letras de muchas canciones de La madrastra y Pecis Alostis. De cejas intesas, misterioso y transgresor contagia ganas por hacer, por crear.
-Temple Verde (TV): ¿Cómo fué participar de una antología poético-gastronómica (*1)?
-Fernando Marquínez (FM): Fue como trabajar en cualquier otra antología, llevamos años con el mismo grupo de poetas rosarinos intentando producir textos a partir de una consigna. En ese momento nos tocó escribir sobre el alimento. Como siempre, traté de aportar mi visión pesimista. En el estudio preliminar de la antología se dice que yo considero básicamente al alimento un veneno. Hablaba de gente que comía gatos, de cocineros que escupían la comida, de la sensación de pesadez y la monotonía costumbrista y familiera de las comidas de domingo, de la venganza de los bovinos a partir del colesterol malo, de los desórdenes alimenticios como la bulimia y la anorexia. Me gusta el desafío de escribir sobre disparadores que involucren temáticas potencialmente creativas e interesantes.
-TV: ¿Qué es un alimento?
-FM: Un alimento es algo que se incorpora a nuestro cuerpo para que nos nutra luego de pasar las fases de masticación, deglución y digestión. Y a su vez tiene la función psicológica de producirnos placer a través de la utilización del olfato y el gusto. También es importante la fase escatológica de la expulsión de los restos. A veces la mecánica alimenticia se desquicia: comemos deliciosos venenos y rechazamos con repugnancia sustancias que benefician nuestra salud. El ideal de comer sano y rico está en crisis. Muchas veces no sabemos que es en realidad lo que estamos comiendo.
-TV: ¿Por qué no comés animales?
-FM: Por una cuestión de respeto a los otros seres vivos. Creo que lo que marcó mi decisión fue el hecho de haber observado cómo mataban a una vaquita en ocasión de una visita al campo Lo más terrible es la industrialización, el negocio de la sangre. Los animales son llevados en los camiones hacia el matadero, hacinados y luego son sometidos a una cruenta muerte. Hay una especie de tortura que me recuerda al régimen nazi. Uno es lo que come y yo no quiero ser parte de eso.
-TV: ¿Modificó en algo tu vida social ser vegetariano?
-FM: Al principio me costaba insertarme en la vida social. Recuerdo haber ido a un casamiento en el que se olvidaron de mi condición y no pudieron servirme comida adecuada. Otras veces me sentí menospreciado por la insistencia de algunas personas que me decían dejate de joder, ¿cómo no vas a comer carne?. El asadito tradicional de la patria carnicera es el primer punto a superar. Con el correr de los días uno se va acostumbrando a la consistencia de las comidas, a los sabores más delicados. Por suerte la gente se va adaptando a uno y mis amigos ya incorporan la opción de los vegetales asados cuando me invitan a un ágape. Yo creo que cuando uno come carne animal está ingiriendo materia aterrorizada, estresada y es un hecho que incorpora al organismo todo ese caudal de negatividad.
-TV: ¿Qué opinás del veganismo?
-FM: Una práctica muy saludable, una opción de vida mucho más equilibrada. El próximo desafío, el futuro paso a dar.
-TV: ¿Cuándo sentiste la necesidad de abandodar la ciduad y vivir en las afueras de Rosario?
-FM: Desde hace un largo tiempo quería el cambio. Por suerte se dieron las condiciones y allí estoy. El contacto con la naturaleza renueva las expectativas de vida. Es un placer enorme poder comer los frutos de tus árboles, disfrutar de tus plantas y flores. Y sobre todo, disfrutar esa sensación de haberse liberado de la prisión de cemento y acero. La cercanía de la naturaleza es como un cable a tierra. Me gustan las caminatas, la frescura de las arboledas, las cacerías fotográficas, observar los insectos y los pájaros en un hábitat más distendido.
-TV: ¿Siempre te pensaste una enzima planetaria?
-FM: Creo que fue un proceso gradual, de continua maduración. La conciencia planetaria se fue ampliando y desarrollando con el paso de los años. De joven, supongo que era mucho más depredador y descuidado. No internalizaba que mis acciones podían tener un impacto ambiental negativo.
- TV: Sos poeta, fotógrafo y músico. ¿Existen puntos de unión entre esas actividades?
-FM: La poesía nace unida a la música, luego ambas evolucionan y adquirieren sus propias características. La palabra poética usa la sonoridad, el silencio y el ritmo. Un poema mal leído puede arruinar un texto que parecía perfecto, al menos en el papel. Fotografía y poesía comparten un mismo interés por la creación de imágenes. Como en la poesía, en la fotografía hay una parte que se ve y otra invisible que hay que interpretar. La fotopoesía es el rescate del máximo potencial expresivo de la fotografía, dejando de lado la concepción imagen es igual a realidad, incorporando retoques, efectos, montajes, técnicas de collage, composiciones.
-TV:¿Qué lugar ocupan las producciones audiovisuales en tu vida?
-FM:Un lugar preponderante en la fase de la experimentación. Me encanta la idea de las producciones audiovisuales porque se activan al mismo tiempo dos centros sensoriales que amplifican una obra de arte y hacen más fácil la llegada del artista al público. Es como un bombardeo químico a dos puntas, que incorpora dos modos de percepción.
-TV:¿Hay algún lugar o momento que sea el más frecuente sitio inspirador para vos?
-FM:No necesariamente, muchas ideas aparecen de golpe. Otras son meditadas y calculadas. Por supuesto que hay momentos que favorecen la creación artística o lugares que producen ciertas sensaciones que inducen a la producción de alguna obra. En mi caso, pueden pasar en cualquier lado. Se me ocurren ideas cuando trabajo, manejo o incluso en la sala de espera de un dentista. La cuestión es saber procesarlas, atraparlas y que no se diluyan antes de poder plasmarlas en un papel o en un grabador.
-Temple Verde (TV):¿Es difícil ser poeta en estos tiempos?
-Fernando Marquínez (FM): Existe una especie de estado de trance que se da en la poesía. Hay, sobre todas las cosas, un acto de creación. Un procedimiento que el poeta tiene en común con el mago o el hechicero, también con el artesano. Se opera una transformación de la materia prima, en este caso de las palabras, que pierden su poder de representación convencional para transformarse en portadoras de ambigüedad, misterio, éxtasis, imaginación.
-TV:¿Qué llevó a ser la muerte el eje de tu libro El resto no presenta alteraciones?
-FM: Durante el período de gestación del libro (fueron varios años) sufrí la muerte de mis padres y de un tío; también algunos queridos amigos y colegas quedaron en el camino. Esas circunstancias ennegrecieron mucho más mis versos. Si sumamos al cóctel mi gusto por el género policial, las historias de terror y mi natural espíritu pesimista, el resultado no podía ser otro.
-TV: ¿Por qué te atraen tanto los proyectos literarios grupales?
-FM: Porque ayudan a desprenderse del ego tan arraigado en el ambiente literario. Por lo general uno imagina al escritor en la soledad de su altillo, produciendo su obra. Decía Fabricio Simeoni (*2): "Está bueno esto de escribir de a dos, porque como en la vida misma uno juega a ser otro, porque quiere ser otro, porque de alguna manera se pone en el lugar del otro...” La escritura grupal profundiza aún más ese eco, ese contrapunto múltiple de enriquecimiento artístico, que aunque no siempre funciona, vale la pena intentar.
-TV:¿Cómo recordás la etapa de El aro en la lengua?
-FM: Una etapa de gran creatividad. Nos reuníamos en la casa de Fabricio Simeoni a comer, beber y a escribir cadáveres exquisitos. El nombre surgió a partir de un poema que había escrito Fabri. Justo en ese momento se hacía en Rosario el Congreso Internacional de la Lengua y nos parecía un evento bastante acartonado. Algo así como un tribunal que controlaba los mecanismos del lenguaje y quería fijar pautas y lìmites. Nosotros apostábamos por lo lúdico, lo espontáneo, incluso lo incoherente. Nuestra idea era descontracturar y provocar. Recuerdo que en el Festival de Poesía de Rosario, repartimos unas plaquetas. Algunas señoras se quejaron porque según ellas incitaban a la confusión y al consumo de drogas. Fue una experiencia muy divertida. El proyecto funcionó durante un par de años y fue el anticipo de la escritura de Cavidades del recreo, libro con el que ganamos (junto a Simeoni) el Premio Municipal de Poesía Felipe Aldana en el año 2007.
-TV: ¿La aparición de Internet operó algún cambio en tus actividades artísticas?
-FM: Totalmente. Difusión, interacción, información, proyección. Todo a un solo click dedistancia. Cuando empecé a publicar en mis blogs Traigan a Lucy y El equilibrio del disparate, contacté a muchos artistas de otros países. Inclusive participé de dos exposiciones fotográficas en Colombia gracias a esos contactos.
-TV:¿A qué proyectos o actividades estás abocado ahora?
-FM: En varios proyectos. Escribiendo un nuevo libro de poemas para una colección de Poesía y Cine. Buscando editores para varios proyectos terminados que me gustaría publicar, como el caso del mencionado El aro en la lengua, que ya está corregido. Preparando una muestra fotográfica y un proyecto de postales fotopoéticas. Armando un disco de canciones, que alguna vez supongo terminaré. O no.
(*1):Pulpa, antología poético-gastrónomia, editata por Gato Grillé Ediciones, 20061
(*2): Fabricio Siemoni (1974-2013), poeta y filósofo rosarino.